Carta del Editor
Dos años después de su elección al papado, se le preguntó al Papa Francisco cuánto duraría su pontificado. “Tengo la sensación de que mi pontificado será breve”, dijo. “Cuatro o cinco años. No lo sé, o dos, tres «.
Entonces ahora sabemos que los papas no son perfectos.
El 13 de marzo, Francisco habrá ocupado la Cátedra de San Pedro durante ocho años, aproximadamente dos meses más que el reinado de su predecesor, el Papa emérito Benedicto XVI.
No es nuestro lugar juzgar a los papas ni a nadie más, solo hay un juez para eso, pero podemos mirar la evidencia, y hay muchas razones para ver al Papa Francisco como un hombre que se ha adaptado bien a este punto de nuestra historia. . Eso no quiere decir que haya resuelto los problemas del mundo, pero ha estado a la vanguardia para enfrentarlos. Desde el abuso sexual por parte del clero hasta el cambio climático y la política de la Iglesia, Francisco habla con claridad, con una firme comprensión de lo que se debe decir y una convicción que nace del Espíritu.
En su primer discurso a las personas reunidas en la Plaza de San Pedro, hizo su promesa a la Iglesia y a la humanidad, luego nos dijo por qué: “Proteger la creación, proteger a cada hombre y cada mujer, mirarlos con ternura y amor. es abrir un horizonte de esperanza; es dejar que un rayo de luz atraviese las densas nubes; es traer el calor de la esperanza «.
La esperanza ha sido uno de los temas distintivos de este papado, y se ha hecho eco a través de sus principales escritos, incluidos Evangelii Gaudium (evangelización), Laudato Si ‘ (medio ambiente); Amoris Laetitia (matrimonio y familia) y Fratelli Tutti (fraternidad).
La esperanza es lo que nos ha mantenido poniendo un pie delante del otro durante el último año, confiando en que esta pandemia algún día quedará atrás. Para Francisco, también es la esperanza de que despertemos de esta pesadilla a un mundo pospandémico que esté más en sintonía con la difícil situación de los ancianos y marginados.
Después de ocho años, Francisco, de 84 años, es sin duda más sabio que en 2013, pero no parece menos comprometido con la visión que tiene del mundo, incluso cuando una y otra vez se dispara en el pie. Ha defendido resueltamente la enseñanza de la Iglesia y ha aplicado su espíritu de compasión y reconciliación a un mundo muy necesitado.
Como cualquier trabajo, el trabajo nunca se termina y no todos los problemas desaparecen o se resuelven. La mancha del abuso sexual nunca desaparecerá y los debates continúan sobre temas como el cambio climático, el aborto, la eutanasia, el papel de la mujer en la Iglesia, etc.
A pesar de todo, el hombre una vez conocido como Jorge Mario Bergoglio ha sido una mano firme, dura cuando tenía que serlo, contrito, compasivo y humilde hasta la médula.
Cuando se le preguntó en 2015 sobre si había algún inconveniente en ser Papa, solo lamentó que la notoriedad que viene con el título puede ser un poco abrumadora.
“Lo único que me gustaría es poder salir un día, sin que nadie me conozca, e ir a una pizzería por una pizza”.
En el noveno año de su papado, y con suerte muchos más, todos le debemos una gran porción.
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