Es con cierto alivio que pronto podamos poner 2021 en el proverbial espejo retrovisor.
Francamente, hay muchas cosas que nos gustaría olvidar. Pero no podemos, ni debemos, porque todo es parte del equipaje que nos acompaña en el vuelo de conexión hasta 2022. Dejarlo atrás solo nos deja menos equipados para afrontar los retos del nuevo año.
Aún así, cualquier año nuevo debe verse como una especie de reinicio. El 1 de enero, todos nos despertamos a un nuevo año calendario, lleno de promesas, esperanzas y lo desconocido. Algunas cosas pueden estar fuera de nuestro control: ¿cuántas olas puede tener una pandemia? – pero cómo lidiamos con lo que sea que la vida nos dé está bien bajo nuestro control.
La Navidad es la temporada de la esperanza, cuando el nacimiento de Jesús llena al mundo con Su promesa de salvación, levantando nuestros espíritus y fortaleciendo nuestra determinación de hacer lo que podamos para hacer del mundo un lugar mejor, cada uno a su manera. Con eso en mente, miramos hacia el futuro con renovadas oraciones de esperanza. A continuación se muestran algunos:
- Que el viaje hacia la verdad y la reconciliación con los pueblos indígenas de Canadá sea sostenido y fortalecido en 2022. Sin lugar a dudas, la promesa de una reunión papal con representantes indígenas a principios del año nuevo y la perspectiva de que el Papa visite Canadá se perfilan como eventos definitorios en este viaje. No hay atajos para esta misión, ni para nuestra responsabilidad continua de escuchar, aprender y contribuir a la curación.
- Que las voces de la razón y la justicia se levanten para desafiar y anular el discriminatorio Proyecto de Ley 21 de Quebec, que prohíbe el uso de símbolos religiosos por parte de funcionarios públicos como maestros y policías en el trabajo. La ley es un asalto a la libertad religiosa que no se puede ignorar. Si bien el gobierno federal ha optado por no desafiar la ley (y aferrarse al apoyo de los votantes en la provincia), aplaudimos los esfuerzos de algunos municipios para ayudar en la lucha en los tribunales.
- Que nosotros, como católicos, sigamos hablando por el bien de los no nacidos. No podemos ser disuadidos de la misión, incluso cuando se están promulgando leyes para frenar las manifestaciones y la libertad de expresión.
- Que nuestra vida de fe se rejuvenezca a medida que continuamos lidiando con la pandemia. Después de sufrir los cierres de iglesias y la asistencia limitada, las parroquias deben encontrar formas de seguir esforzándose por servir a sus miembros mientras se involucran a aquellos que se han alejado de la asistencia regular a la iglesia.
- Que el Sínodo sobre la sinodalidad esté a la altura de su promesa de crear un camino a seguir para la Iglesia que se ha construido a partir de las voces de todos los católicos. Como se define la frase, el Papa Francisco está comprometido a que todos «caminemos juntos en el camino» mientras se esboza el futuro. Ha llegado como un momento crítico en la historia de la Iglesia y no puede permitirse el lujo de fracasar.
- Que la energía gastada en expandir la eutanasia en este país sea igualada con igual fuerza en mayores recursos para cuidados paliativos.
- Finalmente, que sus deseos personales se cumplan el próximo año, y que la buena salud y las bendiciones lo acompañen hasta el 2022.
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