Por Alexander Terrazas *

Edgar Gilberto Romero López es un sacerdote de origen venezolano que ama cada nombramiento que ha recibido. Es un teólogo apasionado por compartir el Evangelio, con amor y alegría. Es un pastor muy sencillo y cercano a la gente, ‘un sacerdote con olor a oveja’, diría el Papa Francisco.

El 29 de diciembre del 2020, el cardenal Thomas Collins, arzobispo de la Arquidiócesis de Toronto lo nombró director espiritual de la Renovación Carismática Católica, uno de los movimientos católicos más grandes de la ciudad, con quienes siempre mantuvo su cercanía.

El Padre Edgar, como le llaman de cariño, es el menor de nueve hermanos y el próximo 3 de marzo cumplirá 41 años. Ha servido en su natal Venezuela, en la arquidiócesis de Nueva York (Estados Unidos) y actualmente es vicario de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe en Toronto.

En la entrevista con Hispanos Católicos, le preguntamos de todo. En esta primera parte, hablamos sobre su vida, su vocación sacerdotal, su visión sobre la Iglesia y cómo está viviendo su fe durante la pandemia del Covid-19.

¿Quién es el Padre Edgar Romero?

Soy sacerdote de la iglesia católica. De origen venezolano y actualmente como vicario parroquial en la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe en Toronto. Me gusta ser cercano y compartir con la gente; plenamente convencido de que el amor y el respeto son la base de una buena sociedad. Nunca acabado, siempre intentado mejorar y con algo nuevo que aprender.

¿En qué fecha y año nació?

Nací en 03 de marzo de 1980 así que pronto tendré 41

¿Qué quería ser de adulto cuando era un niño?

Siempre estuve entre dos cosas: el sacerdocio y ser piloto de aviación. Pudo más Dios. Esas son mis dos grandes pasiones.

¿Y cómo nació su vocación para el sacerdocio?

Mi vocación nació por un conjunto de factores o acontecimientos que me ayudaron a despertar la inquietud por la vida sacerdotal. Unos de esos factores fue la vivencia cristiana en el ámbito de la familia sobre todo de mi mamá y mi abuela que siempre cuidaron por enseñarme las cosas más elementales de la fe. Asistíamos todos los domingos a misa, rezábamos en rosario en casa, preparación a la Primera comunión y la confirmación, asistencias a las celebraciones de Semana Santa y Navidad y participábamos en grupo de Oración de la Renovación Carismática todos los jueves.

También estudié toda mi educación básica (hasta los 15 años) en un Colegio Católico (Colegio Nuestra Señora del Perpetuo Socorro) de las Hermanas Dominicas de Santa Rosa de Lima (Fundación Venezolana). Influyó mucho en mí el cariño de las hermanas con todos y la vivencia alegre de su vocación como consagradas. Aún recuerdo que cuando era niño y estaba en pre-escolar (6 años) había una hermana religiosa, aun recuerdo su nombre Sor Nelly, que nos esperaba todas las mañanas en la entrada del colegio y nos recibía con un abrazo y nos sentábamos alrededor suyo hasta que íbamos a clases. Luego cuando era adolescente y tuve mi inquietud vocacional, otra hermana religiosa – Sor Melyda – fue mi guía espiritual y me ayudó con el discernimiento y qué debía hacer. Ella me regaló un libro que aún conservo: “los dones del Espíritu Santo”, y me aconsejo que fuera a mi parroquia y ayudara a mi párroco como monaguillo. También me regaló mi primer alba y cíngulo (son las vestimentas que suelen usar los monaguillos cuando sirven en el altar). Un último factor que me ayudó mucho al nacimiento y fortaleza de mi vocación fue el buen testimonio que siempre tuve de todos los párrocos que estuvieron en la parroquia de mi pueblo. Su dedicación, entrega, el servicio alegre y la disponibilidad fueron dejaron una huella en mi vida y el deseo de entregar mi vida como ellos.

 

¿Dónde realizó sus estudios para ser sacerdote?

Mis primeros estudios los hice en el Seminario Diocesano “San Buenaventura” en la ciudad andina de Mérida (Venezuela) en 1995. Con apenas 15 años comencé allí mi seminario menor, donde terminé mis estudios diversificados (Bachillerato).

Para 1997 ingresé en la Orden de los Padres Escolapios (Fundada por San José de Calasanz y dedicada a la educación) y me trasladé a Caracas para iniciar formalmente mis estudios al sacerdocio. La filosofía y teología las hice en la Universidad Católica “Andrés Bello” donde obtuve la licenciatura en Teología. Fueron 10 años de formación con algunos intervalos: Un año de noviciado ( 1998/1999) y dos de experiencia pastoral (2003/2005)

¿Y. cómo fue su primera misa, la recuerda?

Si claro, por supuesto. Ese día es como tu luna de miel. Esta misa fue al día siguiente de mi ordenación, es decir, el 14 de diciembre de 2008 en la Parroquia-Santuario San Benito de Palermo en mi pueblo natal, Caja Seca, Edo Zulia. Fue una celebración llena de mucha emoción. Es algo realmente inolvidable estar rodeado de familiares, amigos y todos los fieles católicos de la comunidad se me acompañaron durante todo ese tiempo en mi formación.

Háblenos sobre su familia ¿Cómo era su hogar? ¿A qué se dedicaban sus padres?

Mi familia es de origen rural y humilde. Todos mis abuelos y demás familiares se crearon y vivieron en el campo como agricultores o a la cría de animales. Mi madre, Lilia Josefina López Viloria es venezolana de nacimiento y mi padre, Gilberto Enrique Romero es de origen colombiano, aunque llegó a Venezuela en los años 70. Ambos se dedican al comercio. Mi madre desde hace más de 40 años es vendedora de repuestos para motocicletas y mi papá a la reparación de vehículos y a la mecánica en general. En la parte de nivel socioeconómico mi familia podría definirse como de clase media en el tiempo pasado, sin embargo con la actual descomposición social en el país prácticamente han caído en un nivel de pobreza al igual que la mayoría del país.

¿Cuántos hermanos tiene?

Hermanos somos 9 en total. Por parte de mi padre tengo cuatro hermanos; por parte de mi madre tengo tres hermanos y del matrimonio de mi papá y mi mamá somos dos. Yo soy el menor de todos.

¿Cómo era el lugar donde nació y vivió?

Yo nací y me crie en una zona rural. Un pequeño pueblo al sur del lago de Maracaibo en la parte occidental de Venezuela. Toda esta zona del sur del lago de Maracaibo principalmente agrícola y ganadera. Son muchas poblaciones que se han construido a pie de la Cordillera andina. Son tierras muy productivas donde especialmente se siembra el plátano, la yuca y otras muchas frutas tropicales y de clima lluvioso.

También a nivel cultural es muy interesante porque en esta región entremezclan la cultura andina con la caribeña y también la cultura afro-descendiente. Hay gran devoción a San Benito de Palermo, introducido por los Frailes Agustinos hace más de 400 años en la antigua población de Gibraltar.

¿Qué imágenes y olores se le vienen a la mente de su tierra natal?

Durante el mes de diciembre y los primeros 15 días de enero toda esta región del Sur del Lago de Maracaibo, donde yo nací y me crie, es muy rica en manifestaciones folclóricas y religiosas. Por eso una de las imágenes que más recuerdo son las fiestas de San Benito de Palermo donde visitamos todos los poblados de alrededor para ir a bailar al “santo negro”. Allí en esas fiestas callejeras nos encontramos con todos los amigos y conocidos y compartíamos al son de los tambores.

Otra de las imágenes que recuerdo con mucha añoranza son las montañas de los Andes que yo podía contemplar desde la casa de mis padres durante los meses de julio y agosto cuando en ciertos días amanecían despejadas y nevadas. Para mí era una manera de contemplar una maravilla y la belleza de la creación de Dios.

Y entre los olores que más recuerdo es el de las hallacas (tamal venezolano) porque en mi país preparar este plato navideño es todo un acontecimiento familiar. Por eso el olor a hallacas me recuerda a mi tierra, a mi familia, a mis raíces y a los bonitos recuerdos de mi infancia.

¿Qué es lo que más recuerda de su país de origen?

Tuve la dicha y la oportunidad de conocer muchos lugares y regiones de mi país y una de las cosas que más recuerdo es el sentido festivo y celebrativo de aquellas regiones. Para mí era muy significativas las misas de Aguinaldo que celebrábamos desde el 16 hasta el 24 de diciembre. Estas misas se suelen celebrar bien temprano en la mañana alrededor de las 5:00 a.m. y es un momento muy festivo para la gente. Y también otra fiesta que recuerdo es la Procesión de la Divina Pastora que se realiza en la ciudad de Barquisimeto todos los 14 de enero. Es una de las procesiones más grande de América latina donde asisten alrededor de 3 millones de personas. Por últimos las gaitas zulianas, los aguinaldos y las parrandas venezolanas me conectan y me transportan a mi tierra y mis raíces.

Estas son de las cosas que más recuerdo porque para el pueblo venezolano como para la mayoría de los pueblos latinoamericanos muchas tradiciones y fiestas están vinculadas a la religiosidad popular.

¿Qué lo hace feliz? ¿Y qué le causa tristeza al Padre Edgar Romero?

A mí de las cosas que me hace feliz es compartir y estar en familia, no sólo con la familia de grande sino la familia de la Iglesia que Dios me ha regalado. Le doy muchas gracias a Dios porque en muchos lugares donde he ido como sacerdote siempre me he sentido acogido por los feligreses y me hacen sentir en casa y en familia.

Y lo que más me causa tristeza mí es el sufrimiento y el dolor que está padeciendo mi pueblo venezolano y también otros muchos seres humanos en otras regiones del mundo.

Me entristece la injusticia, el dolor y el sufrimiento de tantos inocentes. Me duele y me causa tristeza las víctimas inocentes y aquellos que mueren en las fronteras buscando una mejor vida.

¿Cómo le gustaría que lo recuerden?

Simplemente como alguien que ayudó a muchas personas acercarse y amar mucho más a Dios. Si logro eso mi vida habrá valido la pena.

¿Qué palabra lo describe mejor a usted?

            Alegría porque debe es un aspecto esencial en la vida del cristiano. Por ello, uno de los primeros documentos del Papa Francisco fue precisamente sobre la alegría que se titula: La alegría del Evangelio. Un cristiano triste es un triste cristiano. La alegría entendida como gozo, como sentido pleno de la vida que nace de la fe en Cristo. No se trata de las alegrías efímeras y pasajeras que el mundo quiere vender. Me refiero a una alegría que fundamenta la vida.

¿Cuál es el último libro que ha leído?

Meier, J. (2017) UN JUDÍO MARGINAL, Nueva visión del Jesús Histórico. Tomo V: La autenticidad de las parábolas a examen. Editorial Verbo Divino.

¿Cómo viviendo la pandemia del Covid-19 en su vida personal y espiritual?

Durante este tiempo de pandemia una de las cosas que más nos ha pedido es ¡quédate en casa! Pero eso no significa quedarse sin hacer nada. Por eso durante este tiempo de COVID-19 he intentado abrir camino y buscar maneras innovadoras y renovadas para mantener vivo el espíritu, el servicio y la entrega a la comunidad junto al Padre Jorge y a toda la comunidad.

Por eso mi consigna ha sido no detenernos. Por eso, juntos hemos diseñado estrategias para mantener la comunicación con nuestros feligreses, además de continuar prestando servicio espiritual como la confesión y la comunión; visitando y llevado la unción a los enfermos. Todo esto siempre respetando todas las normas y lineamientos de bioseguridad del gobierno sin poner en riesgo la vida de nadie.

Estamos haciendo también uso de todas las herramientas tecnológicas para seguir manteniendo los programas de formación y catequesis con todos los grupos. La experiencia ha sido bastante positiva y creativa. Estoy muy contento con la receptividad y apoyo de toda la comunidad hispana. Espero que en el corto plazo vayamos retomando nuestras actividades de manera progresiva y regular.

*Editor de Hispanos Católicos

 

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