By Hispanos Católicos
Al comenzar el apostolado ‘Hispanos Católicos’ nos parece importante que cada uno de nosotros sepamos asumir la tarea que nos corresponde como corresponsables de la evangelización de nuestro mundo.
Recordemos que el Señor un día envió a los Apóstoles con estas palabras: «Id por el mundo entero y predicad el evangelio a toda la creación» (Mt 28, 18).
Es por eso que creo que todos los cristianos, por el hecho de estar bautizados, tenemos encomendada la misión de llevar el mensaje salvador de Cristo al corazón del mundo para que se conviertan y se salven.
Hay muchos que piensan, incluso cristianos, que la evangelización del mundo es responsabilidad y competencia exclusiva de los sacerdotes y los religiosos. Ellos solo se lamentan de lo mal que está el mundo, pero no se sienten llamados a poner de su parte lo que esté en su mano para que ese mensaje salvador de Cristo llegue a todos los hombres.
La misión que Cristo encarga a la Iglesia es una misión propia de la Iglesia entera y de todos los bautizados. Por el hecho de estarlo y serlo, somos parte de la Iglesia y, por lo mismo, participamos de la misión que esta tiene y debemos sentirnos responsables de lo que está sucediendo en el mundo respecto a la evangelización.
Dos medios importantes tenemos a nuestro alcance para ejercer nuestra responsabilidad evangelizadora: la palabra y el testimonio.
Por medio de la palabra trasmitimos a los demás el conocimiento de la persona de Jesús, su mensaje y su vida y les hacemos la llamada a seguirle como discípulos suyos.
Por el testimonio animamos a otros a vivir el estilo peculiar que nosotros encarnamos en nuestra vida como creyentes y confirmamos la veracidad de lo que anunciamos con nuestra palabra.
El testimonio es lo que ratifica nuestras palabras. Es de tal importancia, y mucho más en un mundo como el nuestro en que todos estamos cansados de grandes discursos vacíos, que de él decía san Juan Pablo II: «el único evangelio que mucho hombre y mujeres de nuestra mundo actual van a leer es el testimonio que demos los cristianos».
Por medio de la palabra y del testimonio hacemos realidad nuestra responsabilidad de que el mensaje salvador de Cristo llegue a todos los hombres.
Al comenzar un nuevo curso hemos de planificar nuestra vida de fe y trazarnos un programa a seguir para vivir y ser testigos de ella donde y con quien quiera que nos encontremos. Solo así será un curso realmente evangelizador para todos.
Con la palabra y el testimonio debemos ser transmisores de nuestra fe a los miembros de nuestra familia; debemos suscitar preguntas sobre Dios en aquellos que viven indiferentes a la fe y a la persona de Cristo; y animar a cuantos se sientan confundidos y desanimados en el planteamiento cristiano de su vida.
Desde nuestra palabra y nuestro testimonio podemos y debemos ayudar a otros a plantearse su fe en Cristo y a responder con generosidad a lo que los interrogantes sobre Él mismo suscite el conocimiento de la vida cristiana que cada cristiano hace realidad en la propia vida.
En el curso que comenzamos, hagámoslo con ilusión y entusiasmo de vivir nuestra vida como verdaderos discípulos de Cristo y testifiquemos nuestra fe delante de los demás para que nuestro actuar les estimule a ellos en la vivencia autentica de su fe en Él.