Por Padre Edgar Gilberto Romero López *

Reflexionando en la venida pasada de Cristo y preparando su venida futura, aprendemos a reconocer su venida presente. Entendemos que Cristo está viniendo en cada acontecimiento y que tenemos que estar despiertos para acogerle. Para quien lo recibe en la fe, su venida se convierte en salvación. Quien lo rechaza, pierde la oportunidad que se le ofrece y permanece en la oscuridad.

El Señor vino. Durante el Adviento, la Iglesia mira al pasado (AYER): a las esperanzas de Israel, a las promesas de los profetas y a su cumplimiento en Cristo: el Hijo de Dios se hizo hombre para que los hijos de los hombres pudiéramos llegar a ser hijos de Dios. Porque Jesús vino y se ha quedado entre nosotros, en nuestros días no es necesario subir al cielo o bajar al abismo para encontrar a Dios (cf. Rom 10,6-7).

El Señor viene. La liturgia actualiza de una manera misteriosa lo que recordamos (como ya sucedido) y lo que esperamos (como suceso futuro), por lo que podemos hablar de tres venidas del Señor: la que tuvo lugar hace más de 2000 años, la que se realizará al final de los tiempos y la presente, en que ambas se actualizan: Jesús viene, se hace presente entre nosotros. Por eso, la Palabra de Dios llama a Jesús «el que es, el que era y el que viene» (Ap 1,8) y dice que «es el mismo ayer, hoy y siempre» (Heb 13,8). Muchos maestros de espiritualidad de nuestra Iglesia insisten en la perenne actualidad de la venida del Señor a nuestras vidas.

El Señor vendrá. En Adviento, al mismo tiempo que se hacen presentes las obras pasadas de Dios, la Iglesia mira al futuro (SIEMPRE): a la revelación gloriosa de Cristo y a la nueva Jerusalén, que descenderá del cielo; cuando la humanidad redimida entrará en el Paraíso verdadero, del que el jardín del Edén era solo anuncio profético, y vivirá la vida de Dios para siempre. Cumpliendo sus promesas, Jesús vendrá para llevar a plenitud su obra salvadora. La liturgia nos prepara proféticamente al cumplimiento pleno de sus promesas y nos permite saborear desde ya la vida eterna.

Es significativo que las primeras oraciones del Adviento inviten a tomar conciencia de la perenne actualidad de la visita de Dios: «Anunciad a todos los pueblos y decidles: “Mirad, viene Dios, nuestro Salvador”». La Iglesia comienza su año litúrgico afirmando que Dios viene. Anuncia que el mismo que nació en Belén y volverá para llevar todo a plenitud, viene hoy. Viene porque somos importantes para Él. Viene para liberarnos de todo lo que nos impide ser felices. Viene para darnos su vida eterna. Y lo hace especialmente por medio de la Iglesia y de su liturgia. Esta venida actual hace significativo el Adviento y asegura que el cristianismo no es solo un hermoso sueño inalcanzable.

*Pastor asociado de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe y columnista de Hispanos Católicos

Apoye Hispanos Católicos

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Hispanos Católicos. Su ayuda nos permitirá:

  • Cubrir los costos y necesidades económicas de la página web
  • Mejorar y aumentar nuestro contenido
  • Llegar a más católicos y acercarlos a Dios con un periodismo positivo

Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto. Gracias!

Facebook Comments