Canadá es un mosaico cultural. En sus calles se oyen voces en inglés, francés,
portugués, italiano, persa, hindi, mandarín y español. Un paseo por las calles de
Toronto, considerada la ciudad más diversa de Canadá, es una prueba viva del
multiculturalismo que caracteriza a este país, que el 1 de julio cumple 150 años de ser
un Estado confederado.
Históricamente Canadá ha sido una nación que acoge a inmigrantes de diferentes
latitudes del mundo. La vocación multicultural de este país norteamericano está
consagrada en su legislación desde 1971, cuando el gobierno liberal de Elliott Trudeau,
padre del actual primer ministro Justin Trudeau, la convirtió en política de Estado.
El arribo de los hispanos a Canadá es un fenómeno social que se viene desarrollando
durante décadas, debido a la precaria situación social, política y económica que
enfrentan países como Honduras, Nicaragua, Uruguay, México, Chile, Cuba, Venezuela,
Colombia, Argentina, Paraguay, Brasil y Bolivia, entre otros. La mayoría de ellos llegan
con la finalidad de conseguir un trabajo digno que les permita mejorar su situación
económica, con un nivel de educación básica, técnica o profesional, trasladándose con
sus familias para alcanzar un mejor nivel de vida.

De acuerdo con un estudio realizado por Estadísticas Canadá, hay más de 1 millón de
hispanos que viven en Canadá y son cinco años más jóvenes y más propensos a tener
una educación universitaria que otros canadienses. El mismo estudio revela que más
del 70% llegaron en los últimos 25 años. Es más, la Fundación Canadiense para las
Américas, señala que el Español es el tercer idioma más comúnmente hablado en el
país después del inglés y francés. Por otra parte, las cifras del censo canadiense 2016
señalan que hay 232 idiomas identificadas como lenguas maternas habladas en los
hogares. Y uno de cada 5 habitantes, es decir el 20.6%, de los más de 36 millones de
habitantes nació en el extranjero.
Para Mauricio Ospina, creador del programa de los 10 hispanos más influyentes en
Canadá, el último censo de valor realizado en este país fue en el 2004, que proyectó
para el 2006 una población de 740 mil habitantes hispanos pero que hasta la fecha esa
cifra ha sobrepasado el millón de personas, de los cuales, considera que solo en
Toronto pueden estar unos 300 mil.
“Nuestra contribución a Canadá, naturalmente es el lenguaje y la cultura. Pero
también nuestro aporte es intelectual con profesionales que desarrollan sus
conocimientos en todos los campos de la sociedad, pero todavía nos falta mucho por
hacer”, dice Ospina y añade que ‘falta perseverancia y dejar de quejarnos’. De hecho,
identifica como un problema de los inmigrantes el idioma, es decir hablan más el inglés
técnico que el que comúnmente se habla en las calles.

Después de la ola de inmigrantes que empezó en la década de los 40, provenientes de
España, Centroamérica y Sudamérica, según Ospina, en los 90 arribaron una avalancha
de profesionales que empujaron a la comunidad hispana a insertarse en otros ámbitos
de la actividad social, política y económica “Yo creo que en la comunidad hispana
somos adolescentes que apenas estamos a punto salir de la universidad”, dice
Mauricio Ospina, quien a través de su programa ha reconocido la labor de más de 100
hispanos destacados, entre ellos empresarios, miembros del parlamento, consejeros e
investigadores de clase mundial.
Pero el aporte de la comunidad hispana al crecimiento de Canadá no solamente es en
población demográfica, es también cultural a través de todas sus manifestaciones.
Sobre este particular, Oscar Vigil, director ejecutivo del Centro Para Gente de Habla
Hispana (HCHC, por sus siglas en inglés), sostiene que la comunidad tiene una riqueza
cultural amplia y variada gracias a la diversidad de su gente que proviene de
diferentes regiones. Este aporte cultural de la comunidad, dice Vigil, se expresa a
través de festivales musicales, cinematográficos, gastronómicos, exhibiciones de arte,
muestras literarias, entre otros eventos. Pero además, el ejecutivo del HCHC, destaca
otras contribuciones menos ‘pomposas’ pero igualmente efectivas, como la apertura
de restaurantes, tiendas de artesanías, venta de productos y creación de medios de
comunicación impresos. “Incidimos día a día compartiendo con nuestros vecinos y
amigos canadienses nuestras tradiciones culturales, por ejemplo, cuando invitamos a
comer nuestros platos típicos o a nuestros eventos culturales, sean grandes o
pequeños”, comenta Vigil.
De hecho, el crecimiento poblacional de Canadá, el segundo país más grande del
mundo después de Rusia, está marcado por la inmigración que hace de este país un
verdadero mosaico cultural.

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